LA GENEROSIDAD DEL JURISTA
En Manuel Ramón Alarcón resulta bien difícil
separar al prestigioso jurista de la persona de enorme generosidad. Sin lugar a
dudas ha sido un laboralista universitario de unánime reconocimiento, por su
influencia constante sobre la construcción y defensa de nuestro modelo laboral
y de protección social desde finales de los años sesenta. A su profesión ha
dedicado toda su vida, poniendo toda su inteligencia e ilusión en cuantas
responsabilidades ha asumido: catedrático de Derecho del Trabajo y de la
Seguridad Social en las Universidades de Sevilla, Autónoma de Barcelona y
Pompeu Fabra, vicerrector de la segunda de ellas, Decano de las Facultades de
Derecho en las otras dos, terminando en este último período como destacado
magistrado de la Sala de lo Social del Tribunal Supremo. Sus aportaciones
científicas han sido de permanente impacto en la doctrina laboral, cuyas
opiniones eran siempre respetadas y muy tomadas en consideración, incluso por
quienes no se sentían próximos a su pensamiento.
En todo caso, lo que más
identifica a Manuel Ramón es su implicación personal con los valores y
principios en los que ha creído y afianzado a lo largo de tanto tiempo. Todo este
prestigio no lo fue nunca con la pretensión de adquirir protagonismo y
reconocimiento público, sino un modo de empeñar su persona en lo que defendía
con vehemencia inconfundible, en la utilidad del Derecho como instrumento de búsqueda
de la justicia social, siempre con la mirada puesta en quienes sufren
situaciones de desamparo, poniendo todo su empeño y vitalidad en cuantos
proyectos y aventuras lideró. Siempre estuvo disponible para poner al servicio
de la sociedad sus conocimientos como jurista, desde los inicios en el despacho
de abogados hasta su destacada influencia en el Tribunal Supremo, pasando por
la fundación de la Asociación Catalana de Iuslaboralistas y la presidencia de
la sevillana Asociación Derecho y Democracia, sin olvidar actuaciones menos
conocidas, pero de las que se sentía con razón bien orgulloso, como la
desarrollada en el Tribunal Permanente de los Pueblos, continuador del conocido
como Tribunal Russell.
Por todo ello y con todo fundamento se puede afirmar que
Manuel Ramón era en el sentido machadiano del término un hombre bueno.
PUBLICADO EN DIARIO DE SEVILLA EL 27 DE MAYO DE 2015
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