Un necesario perfeccionamiento
reglamentario. El significativo incremento del
salario mínimo en el último año ha tenido un importante impacto sobre la
retribución de los trabajadores con salarios más reducidos, incluidos aquellos
que se sometían a los correspondientes convenios colectivos en la parte
inferior de las tablas salariales. Esta circunstancia ha sacado a la luz un
problema latente, pero que aflora ahora con impacto práctico, relativo a la
forma de comparar el salario mínimo con las diferentes partidas económicas que
puede llegar a percibir el trabajador con ocasión de la realización de su
trabajo.
A
estos efectos, los sucesivos Reales Decretos que anualmente han venido fijando
las reglas relativas al modo como juega el incremento del salario mínimo,
comparado con el que se viene percibiendo a tenor de lo pactado en convenio
colectivo o contrato de trabajo, han reiterado año tras año idéntica redacción.
Esa repetición casi mecánica de la redacción de estos Reales Decretos se ha
producido sin analizar con el debido detalle hasta qué punto los diversos
sistemas de fijación del pago al trabajador inciden de un modo u otro sobre la
cuantía global del salario mínimo; incluso puede decirse que el texto
reglamentario con el paso del tiempo ha quedado desbordado y presenta altas
dosis de falta de adaptación a las actuales estructuras de composición del
salario.
Más
aún, en el mismo se recogen redacciones directamente contradictorias en la
comparación por lo establecido entre unos preceptos y otros; por ejemplo, en
una lectura formalista de la literalidad de la norma se podría interpretar que
se dicen cosas contrarias cuando, por una parte, se establece que al salario
mínimo hay que adicionar los complementos salariales (art. 2 RD 1462/2018), e inmediatamente a continuación se viene a
establecer que la revisión del salario mínimo no afectará a la cuantía de los
salarios que se vengan percibiendo en su conjunto y en cómputo anual (art. 3.1
RD 1462/2018). En primera lectura, el primer precepto podría leerse como que no
se produce la compensación y absorción, en tanto que el segundo precepto dice
expresamente que sí se produce dicha compensación y absorción. Con
independencia de que una lectura finalista y de interpretación a la luz del
Estatuto de los Trabajadores, nos permite deducir que la regla es la de la
efectiva compensación y absorción, la técnica jurídica no es nada agraciada al
respecto y se hace necesaria una mejora en la redacción del texto
reglamentario.
A
tal efecto, sería oportuno llevar a cabo un diagnóstico detallado de las
características de las diferentes partidas económicas percibidas por los
trabajadores, a los efectos de detectar las disfunciones en la redacción del
actual Real Decreto, de modo que se pueda perfeccionar su redacción para años
sucesivos. Esta mejora de la exacta previsión del juego entre salario mínimo y
percepciones concretas de cada trabajador se hace necesaria cuando se ha
abierto una importante discusión al efecto y, especialmente, a partir de la
constatación de que concurren esferas de inseguridad jurídica, que aconsejarían
su superación. Esperar a una clarificación al respecto por parte de los
Tribunales de Justicia no parece conveniente, dado que la actual redacción del
correspondiente Real Decreto resulta confusa y el tiempo que se requeriría para
un pronunciamiento definitivo por parte del Tribunal Supremo con seguridad
sería dilatado.
Inclusión genérica de los
complementos salariales. Ante todo, el punto de referencia
general de partida es que el salario mínimo constituye un suelo retributivo
aplicable a todos los trabajadores, de modo que para éstos el conjunto de su
retribución debe superar el global anual del salario mínimo. Precisamente por
ello, la técnica jurídica que se utiliza de manera correcta para conectar
salario mínimo y salario real es la correspondiente a la compensación y
absorción: si un trabajador percibe un salario superior en su conjunto al
salario mínimo no experimenta variación alguna en sus percepciones, por cuanto
que el incremento del salario mínimo se ve compensado por el disfrute de
cuantías en su conjunto superiores; dicho de otro modo, las cantidades
superiores absorben el incremento del salario mínimo.
Como
con absoluta claridad ha indicado el Tribunal Supremo, “el salario mínimo
interprofesional garantiza un "suelo" irreductible para retribuir la
prestación de servicios en la relación laboral. Su revisión, dispuesta cada
anualidad al menos por el correspondiente Decreto, no debe afectar, sin
embargo, a la estructura ni a la cuantía de los salarios profesionales cuando
éstos, en su conjunto y cómputo anual, resultasen superiores a dicho
"suelo" retributivo considerado también en su dimensión anual, si
bien de manera completa, ya que el salario mínimo interprofesional no sólo se
integra con el valor estricto en que quedara fijado, sino con el resultado de
adicionar a éste aquellos complementos que menciona el artículo 3 del
respectivo Decreto , los cuales, a su vez, habrán de ser calculados sobre un
módulo constituido por el citado valor estricto. Significa lo expuesto que para
que opere la garantía que supone el salario mínimo interprofesional, será
necesario que, efectuando un juicio previo de comparación entre la retribución que,
por jornada normal y por todos los conceptos, viniera percibiendo el trabajador
conforme al régimen salarial que le fuera aplicable, y aquella otra que
resultara de la actuación del nuevo valor del salario mínimo interprofesional y
complementos adicionables a éste, se apreciara que el valor de aquélla fuera
inferior al de ésta, ya que, en caso contrario, habría de quedar indemne tanto
la estructura como la cuantía de los ingresos profesionales, al compensar el
superior valor de los mismos el incremento experimentado por el tantas veces
citado salario mínimo interprofesional” (SSTS 13 de abril de 1989, RJ 1989/2969; 9 de marzo de 1992, rec.
529/1991, RJ 1992/1629; 19 de
julio de 2010, rec. 4200/2009, ECLI:ES:TS:2010:4886).
La
primera conclusión a obtener de la consideración precedente es que salario
mínimo no se equipara a salario base (STS 13 de abril de 1989, RJ 1989/2969), sino que se equipara al conjunto de las
retribuciones ordinarias percibidas por el trabajador, sean salario base o sean
complementos salariales que retribuyen determinados aspectos del trabajo
ordinario realizado por el trabajador. En definitiva, el incremento del salario
mínimo absorbe y compensa no sólo al salario base en su cuantía, sino
igualmente a los complementos salariales que retribuyen el trabajo ordinario
del trabajador. Así los que el Estatuto de los Trabajadores califica como
complementos salariales fijados en función de circunstancias relativas a las
condiciones personales del trabajador, al trabajo realizado o a la situación y
resultados de la empresa (art. 26.3 ET) han de tomarse en consideración para el
cómputo global y de conjunto a comparar con la cuantía anual del salario
mínimo. A título ilustrativo, complementos tales como los de antigüedad,
idiomas, titulación, asistencia, puntualidad, de resultados o retribución a la parte (STS 19 de
julio de 2010, rec. 4200/2009, ECLI:ES:TS:2010:4886), comisión, beneficios, penosidad, turnicidad,
disponibilidad horaria, etc., deben entenderse que se someten a la regla de la
compensación y absorción en el juego comparativo con el salario mínimo.
Exclusión de las partidas
extrasalariales. Segunda conclusión a obtener de la
anterior consideración es que como el salario mínimo está retribuyendo al
trabajo realizado, quedan al margen del cómputo a efectos de absorción y
compensación todas aquellas partidas económicas recibidas por el trabajador no
como retribución de su trabajo, sino que encuentran una causa o fundamento
diferente a la contraprestación por el trabajo. Dicho de otro modo, han de
excluirse en todo caso de la compensación y absorción todas aquellas cantidades
que tengan la consideración de partidas extrasalariales: “No tendrán la
consideración de salario las cantidades percibidas por el trabajador en
concepto de indemnizaciones o suplidos por los gastos realizados como
consecuencia de su actividad laboral, las prestaciones e indemnizaciones de la
Seguridad Social y las indemnizaciones correspondientes a traslados,
suspensiones o despidos (art. 26.2 ET). Ejemplos típicos de percepciones
extrasalariales son las partidas por transportes, quebranto de moneda,
compensación por gastos de carburante o de amortización de vehículo propio
puesto a disposición de la actividad profesional, dietas por alojamiento y
alimentación por desplazamiento, vestuario, aparte de todo el conjunto de
mejoras complementarias de Seguridad Social a cargo del empleador,
indemnizaciones por daños y perjuicios además de las expresamente mencionadas
por el texto legal.
Exclusión del salario en especie.
El Estatuto de los Trabajadores de manera expresa y contundente precisa que “en
ningún caso” la retribución percibida como salario en especie, tanto para el
contrato de trabajo ordinario como para las relaciones laborales especiales,
podrá provocar la minoración de de la cuantía íntegra en dinero del “salario
mínimo interprofesional” (art. 26.1 p. 2 ET). Por tanto, es indubitado que,
aparte de que también lo dice expresamente el Real Decreto, por imperativo legal el salario mínimo va referido en todo caso a
la retribución en dinero, lo que comporta de contrario que el salario en especie
queda excluido del efecto del incremento del salario mínimo, por tanto no cabe
respecto del mismo absorción o compensación del salario en especie.
Exclusión de la retribución por
horas extraordinarias y complementarias. Tercera conclusión a
deducir de todo lo anterior, destacando que hemos precisado que el salario
mínimo se conecta con la retribución por un trabajo ordinario, cuando nos
encontremos ante una partida retributiva por realización de un trabajo que va
más allá del ordinario, ésta en modo alguno podría ser objeto de compensación o
absorción. La redacción del Real Decreto también en esta materia adolece de
cierta imprecisión técnica cuando se refiere al salario correspondiente a la
jornada “legal”, cuando inmediatamente a continuación alude a la jornada “en
cada actividad”; quiere ello decir que el Real Decreto no se está refiriendo
realmente a la jornada fijada por el Estatuto de los Trabajadores como norma
“legal”, sino a la jornada fijada por ley, convenio colectivo o contrato de
trabajo; por ello utilizamos el término jornada “ordinaria”, o bien como indica
la jurisprudencia jornada “normal”, que son estos dos últimos términos
(ordinaria o normal) más precisos al efecto. En estos términos, el salario
mínimo viene legalmente computado con referencia a la jornada ordinaria de
trabajo, aunque lo sea diferenciado con criterio de proporcionalidad, según que
se trate de un trabajador a tiempo completo o a tiempo parcial. Por ello,
cualquier circunstancia que determine la realización de un tiempo de trabajo
extraordinario para los a tiempo completo o complementario para el trabajo a
tiempo parcial, ello debe comportar una retribución adicional que siempre
quedaría al margen del cómputo global del salario mínimo. Dicho de otro modo,
retribución por horas extraordinaria y por horas complementarias debe quedar
fuera del mecanismo de compensación y absorción.
Exclusión de la retribución por
tiempo de localización no computado como jornada ordinaria.
Muy similar al supuesto precedente es la posible previsión de una retribución
adicional al trabajador por restricciones en su tiempo de ocio fuera de la
jornada de trabajo, que obligue al trabajador a estar en condiciones de
incorporarse de manera inmediata al trabajo, por razones imprevistas, debiendo
el trabajador encontrarse localizable de forma automática y próximo al lugar de
trabajo. Se trata de una obligación que comporta una carga fuera de lo
ordinario sobre el trabajador, fuera del tiempo de trabajo y que se contempla
como retribución por tiempo de localización. En esa clave de que con ello no se
está retribuyendo el tiempo de trabajo ordinario, sino un tiempo de
localización, ha de considerarse que dichas cantidades no se computan ni para
ellas juega la absorción y compensación.
Exclusión de la retribución
específica por trabajo nocturno. Cuarta conclusión,
conectada con lo anterior, cuando por imperativo legal –y no por previsión en
convenio colectivo– se establezca que el trabajador deberá recibir una
retribución adicional específica por la realización de un trabajo que se valore
como extraordinario por la Ley, esta cuantía adicional tampoco puede computarse
a efectos de la comparación con la cuantía del salario mínimo. Ejemplo
emblemático de esto último lo constituye la retribución por trabajo nocturno,
por expreso designio del legislador estatutario: “El trabajo nocturno tendrá
una retribución específica que se determinará en la negociación colectiva,
salvo que el salario se haya establecido atendiendo a que el trabajo sea
nocturno por su propia naturaleza o se haya acordado la compensación de este
trabajo por descansos” (art. 36.2 ET).
Exclusión de la retribución por pacto de
exclusividad y de permanencia. Finalmente, aparecen
determinados compromisos específicos de los trabajadores, pactados individualmente,
que en clave similar a los precedentes, no están remunerando el trabajo
ordinario del trabajador, sino cargos o deberes extraordinarios adicionales.
Como tales, con idéntica lógica a lo anterior, ha de deducirse que tales
compensaciones no forman parte de las cantidades a compensar y absorber en el
juego comparado con el salario mínimo. Ejemplos típicos de ello lo constituyen
el pacto de no competencia para después de extinguido el contrato de trabajo,
que exige que se satisfaga al trabajador una compensación económica adecuada
(art. 21.2 ET), la compensación económica por plena dedicación (art. 21.3 ET),
la posible compensación económica derivada de un pacto de permanencia aunque
legalmente no sea obligatoria dicha remuneración complementaria (art. 21.4 ET).